Lerico(24/08/2012 - 11/01/2024)
Su historia
Mi compañero de vida.
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Familia
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Siempre en mi corazón.
Esta mañana me he levantado y no estabas. Todavía no me acostumbro a que no me despiertes con tus lametazos en la cara pidiéndome alegremente comida. Cuántas veces he refunfuñado por ello (en el fondo eras mi despertador favorito) y cuántas veces me he sentido la persona más afortunada de la tierra por tenerte en mi cama meneando enérgicamente la cola con esa adorable sonrisa con dientes que se te ponía cuando por fin abría los ojos y te acariciaba. Me llenabas de alegría y de vida. Gracias a ti empezaba los días con la máxima motivación.
Y lo mismo sucedía cuando llegaba a casa. Por muy mal día que hubiera tenido en el trabajo, por muchas discusiones que hubiera tenido con mi jefe, nada más importaba. Porque tú estabas ahí en la puerta preparado para recibirme y darme de nuevo todo tu cariño y amor. ¡Quién mejor que tú para animarme!
Tengo que reconocer que aunque sé perfectamente que a ti te gustaría que ahora mismo estuviera con una sonrisa en mi cara, no puedo evitar que las lágrimas se escapen de mis ojos. El día que te fuiste fue, sin duda, uno de los peores de mi vida. Ahí estábamos, en el veterinario, tú respirabas tranquilo y me mirabas. Con esa dulce mirada que ni siquiera perdiste en tus últimos momentos de vida. Me mirabas agradeciéndome la vida que te había dado. Tu mirada lo decía todo. Antes de llegar a casa lo habías pasado mal, gente sin corazón te había maltratado durante años y aún no me puedo explicar (creo que jamás podré entenderlo) como alguien fue capaz de hacer daño a un alma tan pura como tú. Pero entonces te recogí de aquel chenil y poco a poco fuiste superando miedos, volviste a confiar en el ser humano. Confiaste en mí.
Y en esos momentos en los que me mirabas agradeciéndomelo solo podía pensar que la única que tenía que agradecer algo era yo a ti. Porque cuando llegaste el egoísmo desapareció de mi vida, me enseñaste a querer de verdad sin condiciones, me enseñaste el verdadero significado de la fidelidad (y de la felicidad). Me enseñaste tantas cosas querido amigo…
Ahora solo puedo echarte de menos, nada ni nadie puede llenar este vacío que has dejado. Ahora solo me queda tu recuerdo, un recuerdo que llevaré conmigo hasta el final de mis días. Porque para ese entonces, nos volveremos a encontrar. Espérame en el cielo.
Gracias, mi ángel de la guarda.
1 comentario
Francisco Ramírez
La pérdida de un perro es como perder una parte de uno mismo, pero también es recordar la alegría y la lealtad que nos regalaron. Descansa en paz, dulce amigo.
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